Sean bienvenidos al rincón de la mitología e historia en esta sección contare algunas historias del libro LEYENDAS MEXICANAS de la editorial Editores mexicanos un libro que a mi en lo particular me encanto y es muy recomendable ya que son historias cortas, muy entretenidas lo recomiendo mucho ya sea si eres de México ya habras escuchado algo sobre estas leyendas aun que tal vez no, espero que sean de tu agrado y ademas de este libro yo agregare historias que yo conozco por que las e escuchado desde muy pequeño ...
LA "FONDA SARITA
LA "FONDA SARITA
Leyenda Mexicana
El clam, clin, clan del cincel parecía una melodía, cuyo ejecutante, un albañil, abría un Hueco en la pared de una vieja accesoria.Iba a colocar un lavabo en el pequeño baño.
La señora chofi, Sofia viuda de Inclán, acababa de alquilar el local para poner una fondita. Tenia tres hijos Rocio(Chio), Maria de Jesus Leonardo (Leo). Chio le ayudaria a su mama en el negocio, pero su hermana ayudaria menos por que estudiaba para estilista. La señora Chofi abrigaba muchas esperanzas de salir adelante con sus hijos
-Sí, la renta es cara,doña Sofia, pero el local esta muy bien ubicado- dijo el administrador del lugar, un licenciado que hacia aros de humo con su cigarro mientras hablaba. Esto le parecia muy curioso a Leo.
"Ademas, cualquier arreglo va por su cuenta.La dueña mi cliente, la señora Hassim no me autorizo ninguna rebaja en la renta. También me dijo que le comentara que haga todo con cuidado, por que el inmueble es muy antiguo".
El edifico donde estaba el local, era como de cien años de antigüedad, tenia tres pisos de techos muy altos y dos hileras de ventana con anuncios como: Claudia Ivett, ropa para dama. Doctor Fausto Vilchis, enfermedades de la piel. Fotos al minuto, despacho 3, suba.
Y ahora ,en la plata baja, el de la Fonda Sarita, que Leo pintaba en una tabla con colores alegres: rosa mexicano, azul pavo y morado. su mama lo ve con ternura y orgullo, piensa que su niño llegara a ser un gran pintor.
No mejor que sea un gran , o ingeniero o...- pensaba.
De sus sueños dulces la desperto la Voz del albañil.
-seño, venga tantito...
-Nomas le di un poco fuerte y se desgajó- dijo el albañil refiriendose a la pared.
Leo está fascinado,nunca había visto un esqueleto de verdad; solo en libros, en la tele y en las vitrinas de los museos.
Su mama lo aleja y le ordena que no lo toque.Al albañil le paga y le pide que regrese al dia siguiente. Está desconcertada, sabe que tendría que avisar al licenciado, pero qu este puede enfadarse y reclamar que daño el lugar; que quizá vendría alguna autoridad, que tal vez harían investigaciones que retrasaran sus planes. También se le ocurre que deberían ir por un sacerdote o... No sabe que hacer. Y cuando le pasa eso prefiere consultarlo con la almohada. Como ya esta anocheciendo prefiere cerrar, dejar todo como esta y regresar por la mañana.
-Leo, Leo, vamonos hijo.- Dice doña sofia desde la entrada.
El niño sale y ayuda a cerrar la cortina de lamina para cerrar.
-¿Que hacías a dentro Leonardo?
-Nada, mama -contesta con demasiada inocencia. Y ambos se alejan.
A Leo le había parecido que aquel esqueleto, si había estado tanto tiempo ahí colgado merecía descansar. Y asi , sin que su madre lo viera, rápidamente lo había liberado de las cadenas que lo sujetaban al muro.
Al caer el esqueleto,amortiguado por el vestido,a Leo le había parecido oír que exhalaba un suspiro de alivio. También le llamo la atención un camafeo con perlas que el vestido tenia prendido en el cuello.
Al otro día llego doña Chofi a la accesoria, dispuesta a afrontar el problema. Ya había hablado con el licenciado por el teléfono y de pasada por la iglesia más cercana había consultado a un sacerdote.
No quiso entrar al bañito, hasta que llegaran los demás, pues le desagradaba ver los restos de esa mujer asesinada en forma tan cruel y extraña. Aunque ya el padre le dijo, cuando le describió el hallazgo , que no era raro que en épocas pasadas se cometieran esos tipos de crímenes.
El licenciado se topo con el sacerdote a la entrada del local, y juntos entraron. De inmediato fueron conducidos por la señora hasta el bañito.
-¿cual esqueleto hay aquí,señora?- exclamo el licenciado, molesto y lanzando sus famosos aros de humo.
-¡Habían desaparecido aquellos restos!¡No había nada!
-Créame, licenciado, yo lo vi, mi hijo también y el albañil. Él no debe tardar, le dira... Ya debería estar aqui, no sé por qué no ha llegado. Pero mi hijo vendrá al salir de la escuela y...
El licenciado se fue sin hacer caso y refunfuñando que él era una persona muy ocupada para estar perdiendo el tiempo con señoras que tenían visiones; también le pidió que de inmediato compusiera los destrozos que habia hecho.
El sacerdote tampoco le creyó mucho a doña Chofi, pero por si las dudas rocio agua bendita por todos lados mientras rezaba.
El albañil no llego ese dia, ni el otro, ni el siguiente; no se sabe si por que encontro un trabajo mejor o por que se enfermo o... el caso es que otro alarife concluyo el trabajo. Por su parte Leo tambien termino su letrero y la flamante Fonda Sarita abrio sus puertas a la clientela.
Pero los dias pasaban y pasaban y la gente también, pero no entraban al negocio de doña Chofi;los gastos superaban las ganancias despues de tres meses doña chofi le pidió a Leo que hiciera otro letrero "SE TRASPASA ESTE NEGOCIO".
Con lagrimas en los ojos ,viendo a su ñino pintar aquel letrero, a doña Sofia se le estaban esfumando las esperanas de que su criatura fuera arquitecto o ingeniero.
Para colmo de sus males, Leo enfermo; de un catarro común paso en pocos días a una bronquitis que lo llevo a un hospital. Su mama, por estar al pendiente de él,descuidaba el negocio. Las hermanas, por mas que se afanaban, no podían con todo y regresaban en las noches a su casa fatigadisimas y desconsoladas por que la fonda iba en picada.
Pero una noche ,regresaron muy animadas.
-Oye mama, qué bueno que mandaste a la fonda a esa muchacha- dijo Chío.
-Pues Inés. Ella nos dijo vengo a ayudar, ya me arregle con su mama.
Pero Inés se quedo, porque doña Chofi le convenció con la historia que la joven le contó. Inés le contó que había quedado huérfana al morir su padre hacía con un año en Morelia, Michoacán, y había venido a la capital a vivir con un pariente lejano, que creyéndola heredera de una fortuna la invito a su casa.
Pero esa mujer, muy cruel y perversa, al darse cuenta que Inés no poseía nada la golpeaba y torturaba ayudada por un hijo tan malvado como ella. Llorando, Inés concluyo su relato diciendo que había escapado de sus verdugos hacía pocos días y que no tenia a donde ir.
-Discúlpeme por haberle mentido a sus hijas, pero necesitaba trabajo.
-No te fijes en eso- le dijo doña Chofi-; entiendo. Pero yo no puedo emplearte, las cosas no estan muy ien en este negocio y...
-Yo quier quedarme aquí, por favor, señora. insistió Inés-. No me pague hasta que pueda .Me conformo con que me deje quedar en un rincón, se lo ruego.
En un cuarto contiguo a la fonda,doña Chofi y sus hijas colocaron un catre para que la muchacha durmiera.
Pasaron los días y Leo, ya recuperado, llego a a fonda para ayudar y para conocer a aquella muchacha de la cual hablaban tanto sus hermanas y su mama:"Que era muy linda, que trabajaba mucho, que tenia imán para la clientela", etcétera . Y Maria de jesus-Que sabia de esas cosas-, decia que nunca habia visto una cabeller tan larga y negrisima como la de Inés.
Desde que sus miradas se cruzaron, Inés y Leo supieron que serian amigos, que algo habia entre ellos que los unia.. A pesar de la diferencia de edades y de las burlas de sus hermanas que le decian: " Te habla tu novia", Leo e Inés pasaban mucho tiempo juntos y siempre se les hacia poco. La muchacha le platicaba de su terruño, de su padre fallecido, de su niñez en la provincia, a veces le cantaba cancioncillas preciosas en purepecha. Él, ´por su parte, le contaba de lo poco que recordaba de su papa, sus actividades en a escuela, de lo que pensaba ser cuando llegara a adulto.
-Quiero ser ingeniero, pero el mas bueno que haya - le decia Leo-.Pero para eso tendre que estudiar mucho, ir a la Universidad y luego estudiar mas y mas en el mundo y...Pero eso costara much dinero y no se ...
Lo haras, Leo, ya lo veras- le decia, con una sonrisa, Inés.
La fonda en poco tiempo tuvo exito; la gente entraba como atraida por un hechizo. Quiza eran aquellos ojos de Inés que miraban con tanta dulzura, o era su levedad, o ese aire desvalido y triste que le daba el luto que vestia.
Lo importante era que la clientela llegaba como llevada por un impulso inexplicable,y una vez ahi decian:"¡Que bien se come aqui!" ¡Como no habia yo venido!" Y el que iba una vez siempre volvia con amigos o familiares.
El dia que leo cumplio doce años, le hicieron un pastel, y al cerrar la fonda se reunieron para festejarlo.
Su mama y sus hermanas le regalaron unos patines y una enciclopedia. Inés le entrego un envoltorio pequeño de papel y le pidió que lo abriera hasta el día siguiente. Todos estuvieron muy contesnto por que también festejaban que el negocio iba tan bien que doña Chofi habia negociado con el licenciado la compra del local.
Cuando termino el festejo, las muchachas y doña Sofia pidieron a Inés que viviera con ellas, que aun que el departamento era pequeño, ella estaria mas comoda que en la accesoria.
-Si y no debo estar aqui- dijo Inés con cierta tristeza miraba toda la fonda. Al despedirse de Leo y abrazarlo, le murmuro en el oído:"Gracias por apiadarte de mi largo sufrimiento. Adiós, Leo.
"Adiós", dijo él, y por mas que trato de no llorar, no pudo aguantarse. Su mama abrazándolo, le dijo con ternura: "No llores, hijo, mañana se van a ve otra vez."
Pero Leo sabia que no era así , pues algo dentro de él se lo decia.
Inés desapareció después de esa noche.
-¡Pero cómo pudo haber salido!-decia doña sofia-;si pusimos candado por fuera y lo encontramos cerrado.
Cuando Leo abrió su regalo, reconoció sin asombrarse demasiado aquel camafeo que había visto antes.
El tiempo pasa, los días vuelan; los meses transcurren, se esfuman los recuerdos... ¿Los sentimientos?
Pasaron quince años, Leo se recibió de ingeniero, se casó y ahora hace un posgrado en el extranjero. Doña Chofi aun tiene la fondita Sarita, uno de los lugares mas famosos dentro de la ciudad; ademas de una sucursal muy exitosa que estableció en el sur de la misma, que maneja Chio. Maria de Jesús tiene su salón de belleza y dos niños muy lindos. Y cuando ellas se reúnen, a veces e acuerdan de aquella muchacha misteriosa.
Mama,¿ Crees que Leo aun se acuerde de ella?- pregunta una tare Chio.
Doña chofi, con una sonrisa, le muestra una carta en la que Leo le envía una fotografía de su primera hija, una linda bebita que se llama Inés.
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CULTURAS PREHISPANICAS |
LA HERMOSA HECHICERA
(La mulata de Córdoba en una de sus versiones)
Esta tiene otra versión mas popular pero escogí esta por que fue la que mas me gusto por que aquí la mulata se le revela de una forma un poco distinta a la acostumbrada por que el pueblo a su alrededor la obligo a convertirse en lo que creían que era que es algo que muchas veces nos sucede con las creencias y los prejuicios de los demás nos obligan nos pueden presionar y orillar a convertirnos en algo que no eramos.
Leyenda mexicana
La deslumbrante belleza de unos ojos verdes en un rostro moreno, hizo que Alonso volteara con boca semiabierta para seguir viendo a la joven que acababa de pasar a su lado. De inmediato pregunto a su acompañante :-¿ Quién es esa muchacha?
-Será mejor que no te hagas ilusiones con ella- respondió su amigo. Es muy seria, algo extraña. La llaman la mulata, y dicen que a ningún hombre le hace caso.
Para alonso Balbanera esas palabras fueron como un reto que aumento sus ansias de conquistarla . Su padre lo había enviad hacia poco tiempo a la nueva España, para hacer fortuna, y en la floreciente ciudad de México había entrado con el pie derecho.
Era apuesto y venia de la península Ibérica , además presumía cierto parentesco con el entonces virrey, contaba en su haber con muchos amorios y se consideraba irresistible para cualquier ser del sexo femenino.
Desde que se topo con la Mulata, su objetivo fue que los ojos hermosísimos de la joven se vieran amorosamente en los suyos.
Ante os balcones de hierro forjado de la casa donde ella vivía con su abuela, Alonso llevo dulces serenatas; con criados de la casa, convencidos con pródigas dádivas, le envió varios recados a la muchacha, pero no cedió nada. Trató de ser presentado a la joven por alguna amistad de ésta, pero la gente le dijo que ella no frecuenta ningún circulo social, y que si salía era solo a misa y muy temprano.
Al alba y muy en contra de la costumbre se levantó un día Alonso para poder ver a la Mulata. A la salida de la iglesia de Santo domingo, descubriéndose la cabeza le hizo una reverencia con el sombrero y le lanzó su mirada y su sonrisa mas seductoras; esperó unos segundos inclinado, seguro que ella correspondería si quiera con una mirada. Pero garbosa y altiva pasó junto a él y se fue presurosa con su acompañante , un mocetón muy alto y fornido de piel oscura que sí miro a Alonso, pero con fiereza y frunciendo el ceño.
Alfonso Balbanera, el galán que rompía corazones, padeció desde ese día un dolo enorme en su orgullo. Sus amigos ya le Hacían burlas de sus intentos.
Una noche salió de una taberna muy envalentonado, debido al exceso de alcohol que había ingerido. Legó a la casa de su adorado tormento y saltando por un balcón que estaba abierto, entró a la habitación donde la muchacha estaba leyendo. Ella al verlo gritó, soltó el libro y este derribo el candelero que iluminaba su lectura.
Un gato negro que dormitaba sobre un sillón se irguió erizando la pelambre y la luz de las velas volcadas, proyecto una sombra siniestra que le causo mucho temor a intruso. Esto y el rumor de criados que ya acudían, hicieron que Alonso saliera rápidamente de la misma forma en que había entrado.
Una noche salió de una taberna muy envalentonado, debido al exceso de alcohol que había ingerido. Legó a la casa de su adorado tormento y saltando por un balcón que estaba abierto, entró a la habitación donde la muchacha estaba leyendo. Ella al verlo gritó, soltó el libro y este derribo el candelero que iluminaba su lectura.
Un gato negro que dormitaba sobre un sillón se irguió erizando la pelambre y la luz de las velas volcadas, proyecto una sombra siniestra que le causo mucho temor a intruso. Esto y el rumor de criados que ya acudían, hicieron que Alonso saliera rápidamente de la misma forma en que había entrado.
-Ese negro que la acompaña es el mismísimo demonio,-decía y agregaba: y ella es una hechicera, igual que su abuela.
"Yo vi transformarse en felino, lo juro"- decía persignándose, para hacer verídico su relato.
La abuela de la Mulata, doña María Ignacia, era una anciana apacible y bondadosa que ayudaba a cuanta gente podía, y como sabía as virtudes de las plantas, a veces daba a las personas enfermas, pomada, emplastos, y conocimientos de hierbas para curar sus dolencias.
En su juventud fue esclava y sirvió en casa de un hombre rico que enamorado de ella , la hizo esposa y tuvieron dos hijas. María Ignacia fue abuela de una inda niñita y de un varón; pero sus hijas y los maridos de estas fallecieron por una epidemia de tifo y quedaron a su cuidado lo nietos: la mulata y su primo, aquel muchacho fortachón de hermosa piel oscura que recientemente habían llegado a Veracruz, donde atendía negocios de su abuela.
Los chismes que iniciaria Alonso con respecto de la familia, resbalaron como serpientes de voca en boca, hasta los largos oídos de la santa inquisición . En aquella época la iglesia católica tenia esta vergonzasa institución para juzgar y castigar severamente cualquier acción que afectara sus intereses. Cualquier pesona, pobre o rica, plebeya o de la nobleza, estaba expuesta a caer en las garras de ese tribunal. También podía ser acusada anónimamente, y en muchísimas ocasiones fueron denunciadas personas inocente, por venganzas personales, o incluso perdieron sus bienes.
A las tenebrosas cárceles de la Perpetua situadas en la hoy esquina de Venezuela y Brasil, fueron llevados aquellos dos jóvenes y su frágil abuela, que falleció después de unos días de reclusión en la insalubre mazmorra a la que fue confinada. El joven, a pesar de su fuerza, no pudo sobrevivir luego de haber sido atormentado en el potro, infame instrumento de tortura en donde le jalaron los brazos y piernas gasta descoyuntar lo, mientras lo presionaban sus verdugos diciéndole "¡tu eres satanás! ¡Confiésalo, negro inmundo!"
Cuando la muchacha supo el terrible fin de sus únicos familiares en el mundo, los seres más queridos en su vida, no lloró, ya no tenía lágrimas.
|Y su dolor era inconmensurable. Pidio un sacerdote para confesarse, y cuando éste llegó a la inmunda celda, la muchacha le dijo:"Me han acusado de algo que no soy , pero ahora voy a serlo".
El tono de su voz, la determinación con la que habló y la mirada que había en sus ojos asustaron al fraile, que retrocedió temblando y salió del calabozo murmurando oraciones.
Al día siguiente un carcelero escucho extraños ruidos en la celda y al asomarse por la mirilla de la puerta vio que la joven dibujaba un navío con una piedra filosa sobre un de las toscas paredes. delineaba con habilidad las pequeñas velas con sus dos palos; era un bergantín goleta, realizando con tanta perfección, que el hombre murmuró asombrado:"Sólo le faltaría navegar".
La muchacha volvió el rostro y sonriendo enigmáticamente le dijo:"¿Quieres que navegue?Lo hará".
Después sin dejar de mirarla a los ojos, se acercó a la puerta y le dijo:"Imagina tú el mar".
El custodio no pudo resistir la mirada de la joven y cerró los ojos, por que lo deslumbró la intensidad de una luz que emanaba de ellos.
Al abrirlos, la muchacha ya no estaba, ni el hermoso navío sobre la pared: habían desaparecido.
Sólo escuchaba el rumor del agua; como de las olas rompiéndose sobre el casco de una embarcación.
Se hizo una investigación ; se interrogó exhaustivamente al carcelero, que una y otra vez repetía con angustia lo que había sucedido:
-¡Desapareció!¡Se fue en su embarcación!
Y aun que se sospechó que el carcelero la había dejado escapar, no se tenían pruebas y nada pudieron impugnarle.
Por su parte, el infame galán Alonso Balbanera fue recluido en el hospital para enfermos mentales, pues se la pasaba diciendo, con ojos desorbitados, que un enorme gato negro lo perseguía, además gritaba y manoteaba, pidiendo que le quitaran la fiera de encima; sin que nadie viera nada
"Yo vi transformarse en felino, lo juro"- decía persignándose, para hacer verídico su relato.
La abuela de la Mulata, doña María Ignacia, era una anciana apacible y bondadosa que ayudaba a cuanta gente podía, y como sabía as virtudes de las plantas, a veces daba a las personas enfermas, pomada, emplastos, y conocimientos de hierbas para curar sus dolencias.
En su juventud fue esclava y sirvió en casa de un hombre rico que enamorado de ella , la hizo esposa y tuvieron dos hijas. María Ignacia fue abuela de una inda niñita y de un varón; pero sus hijas y los maridos de estas fallecieron por una epidemia de tifo y quedaron a su cuidado lo nietos: la mulata y su primo, aquel muchacho fortachón de hermosa piel oscura que recientemente habían llegado a Veracruz, donde atendía negocios de su abuela.
Los chismes que iniciaria Alonso con respecto de la familia, resbalaron como serpientes de voca en boca, hasta los largos oídos de la santa inquisición . En aquella época la iglesia católica tenia esta vergonzasa institución para juzgar y castigar severamente cualquier acción que afectara sus intereses. Cualquier pesona, pobre o rica, plebeya o de la nobleza, estaba expuesta a caer en las garras de ese tribunal. También podía ser acusada anónimamente, y en muchísimas ocasiones fueron denunciadas personas inocente, por venganzas personales, o incluso perdieron sus bienes.
A las tenebrosas cárceles de la Perpetua situadas en la hoy esquina de Venezuela y Brasil, fueron llevados aquellos dos jóvenes y su frágil abuela, que falleció después de unos días de reclusión en la insalubre mazmorra a la que fue confinada. El joven, a pesar de su fuerza, no pudo sobrevivir luego de haber sido atormentado en el potro, infame instrumento de tortura en donde le jalaron los brazos y piernas gasta descoyuntar lo, mientras lo presionaban sus verdugos diciéndole "¡tu eres satanás! ¡Confiésalo, negro inmundo!"
Cuando la muchacha supo el terrible fin de sus únicos familiares en el mundo, los seres más queridos en su vida, no lloró, ya no tenía lágrimas.
|Y su dolor era inconmensurable. Pidio un sacerdote para confesarse, y cuando éste llegó a la inmunda celda, la muchacha le dijo:"Me han acusado de algo que no soy , pero ahora voy a serlo".
El tono de su voz, la determinación con la que habló y la mirada que había en sus ojos asustaron al fraile, que retrocedió temblando y salió del calabozo murmurando oraciones.
Al día siguiente un carcelero escucho extraños ruidos en la celda y al asomarse por la mirilla de la puerta vio que la joven dibujaba un navío con una piedra filosa sobre un de las toscas paredes. delineaba con habilidad las pequeñas velas con sus dos palos; era un bergantín goleta, realizando con tanta perfección, que el hombre murmuró asombrado:"Sólo le faltaría navegar".
La muchacha volvió el rostro y sonriendo enigmáticamente le dijo:"¿Quieres que navegue?Lo hará".
Después sin dejar de mirarla a los ojos, se acercó a la puerta y le dijo:"Imagina tú el mar".
El custodio no pudo resistir la mirada de la joven y cerró los ojos, por que lo deslumbró la intensidad de una luz que emanaba de ellos.
Al abrirlos, la muchacha ya no estaba, ni el hermoso navío sobre la pared: habían desaparecido.
Sólo escuchaba el rumor del agua; como de las olas rompiéndose sobre el casco de una embarcación.
Se hizo una investigación ; se interrogó exhaustivamente al carcelero, que una y otra vez repetía con angustia lo que había sucedido:
-¡Desapareció!¡Se fue en su embarcación!
Y aun que se sospechó que el carcelero la había dejado escapar, no se tenían pruebas y nada pudieron impugnarle.
Por su parte, el infame galán Alonso Balbanera fue recluido en el hospital para enfermos mentales, pues se la pasaba diciendo, con ojos desorbitados, que un enorme gato negro lo perseguía, además gritaba y manoteaba, pidiendo que le quitaran la fiera de encima; sin que nadie viera nada
EL CUERVO ENDEMONIADO
Leyenda Mexicana
Versión de Teresa Valenzuela
Versión de Teresa Valenzuela
Los leones rugen, las ovejas balan, los elefantes barritan, las abejas zumban, los perros ladran ¿Y los cuervos? Crascitan. Sí, así se le dice al sonido que emiten esas aves, crascitar.
Pues eso hacía noche a noche en un puentecillo aquel pajarraco negrísimo, cuervo magnífico, muy grande y de lustroso plumaje. Los vecinos del lugar, barrio de San Pedro y San Pablo, llamado así por el colegio del mismo nombre que ahí se encontraba en la época virreinal, estaban fastidiados de aquel animalejo que las doce de la noche les interrumpía el sueño con sus gritos. Y gasta con palabras, por que según muchos,era nada menos que el mismísimo Lucifer.
Durante el día se refugiaba en una casa abandonada cerca de ese puente, que apenas se mantenía en píe.
Entre vigas caídas y tiliches ruinosos pasaba las horas de luz diurna el pajarraco. Y en cuanto la noche inundaba las calles, salía de su guarida para volar por las casas. Se posaba de vez en cuando en alguna ventana, cuyos dueños se asustaban y cerraban inmediatamente los postigos a piedra y lodo.
Cuentan que a ese barrio llegó a vivir una familia conformada por tres hijos, los cuales se llamaban Juan, Miguel y Santiago, y tenían entre 10 y 16 años de edad. Los muchachos, al oír al cuervo aquel y luego de saber por los vecinos las consejas que se le atribuían, decidieron librar al vecindario de aquella temible molestia.
Cada uno por su lado ideó un plan. Juan, el mayor, fue el primero en poner en práctica su estrategia. Una noche, sin que sus padres se dieran cuenta, salió de casa y llegó al puente para aguardar embozado en su capa al ave. Ésta llegó muy puntual. Con las doce campanadas que dividen al día, se posó en la baranda del pequeño puente y como un eco repitió con sus graznidos los doce golpes del tiempo. Juan al oírlo se impresionó, pero decidido le lanzo con rapidez su capa para atraparlo. El animal sólo dio un grito en corto vuelo y se posó de nuevo en el mismo lugar y con risa burlona dijo:
-¡Jua,jua,jua...Juan, al demonio no podas atrapar...arrr...arrrr!
El muchacho, cundo escuchó esas palabras del pico del cuervo, sintió que la sangre se le escapaba del cuerpo y con un exagerado temor se fue corriendo, tan rápido que en menos de lo que canta un gallo, ya estaba jadeando detrás de la puerta de su habitación.
A la mañana siguiente Miguel y Santiago sabían, por la cara con la que amaneció Juan, que su intento no había tenido éxito y sonrieron socarronamente al verlo aun pálido por el susto de la noche anterior.
Esa misma noche, antes de las doce, Miguel se preparaba para intentar la hazaña. Se decía así mismo: ¡Yo solo lo atrapare!, seré el héroe del barrio al librarlos de ese animal que tanto los atemoriza. Yo soy mas valiente y listo que Juan. Todo eso pensaba mientras tejía una redecilla de hilo fuerte y ligera.
Pues sí Miguel sí era mas valiente que su hermano mayor, tanto que cuando el cuervo hablo no corrió, ni siquiera se asustó. Pensó que no era tan raro ni demoníaco que un cuervo hablara, esos pájaros aprenden frases y las repiten, como lo hacen los loros y las guaca mayas. Aunque sí lo sorprendió que supiera su nombre.
-¡Migh...!¡Migh...!¡Miguel, si quieres atrapar al diablo, ven por él! ¡Ven por el!- repitió estas palabras la misteriosa ave y se alejó del puente volando directo a su guarida.
En la oscuridad de la casa en ruinas se perdió el cuervo. Miguel, el valiente, sin arredrarse y con decisión fue hasta la tétrica morada, entró ahí saltando por una ventana y pisando entre escombros que le hacían perder el equilibrio, vio de pronto una visión fascinante.
En el patio central de la casa bajo un rayo de luna clarísimo estaba parado el cuervo proyectando una sombra siniestra sobre el piso. Avanzó el muchacho con paso felino, y sin quitarle los ojos de encima a su presa.
Cuando estuvo a una distancia que creyó adecuada lanzó su redecilla. Pero ésta en el impulso inicial se atoró en algo que Miguel no podía ver por la oscuridad. Jaló con fuerza para liberarla y entonces con gran estrépito se le vinieron encima un montón de palos viejos y fierros pesados, que esquivó debido a sus buenos reflejos, de lo contrario lo hubiera hecho papilla o cuando menos le hubieran roto algunos huesos. Por el estrepitoso ruido, el cuervo alzó el vuelo y Miguel, chasqueando, regresó con disgusto, raspones y la ropa llena de polvo.
Al día siguiente le toco a Juan mirar con una sonrisa burlona a su hermano el valiente y hasta le pregunto con sorna:"Te peleaste anoche con el gato, hermanito?"
Santiago el mas pequeño de los hermanos , no comento nada; sabía que ahora sería su turno de intentar la hazaña.Sus hermanos mayores nunca lo creían capaz de hacer algo bien, siempre decían:"Tú no hagas esto o lo otro, porque estás muy chico".
Es noche el chiquillo salió de casa , con miedo, pues sólo un tonto no podría tenerlo. Caminar por la calle oscura a media noche a enfrentar a un animalejo que Decían era el diablo, no era para menos.
Muy envuelto en su capan oscura llegó al puente y aguardó agazapado. En unos instantes, que Santiago se le hicieron horas, llegó con terso vuelo el cuervo. Las doce campanadas sonaron acompañados de los ríspidos gritos del avechucho maldito. A cada graznido Santiago se estremecía y los dientes chocaban entre sí; él pensaba que de frío, pero era por miedo. Por su mente cruzó la idea tentadora de irse corriendo a casa, de meterse en su cama, y taparse bien los oídos para no escuchar aquel crascitar espeluznante.
Cuando el cuervo terminó su desagradable concierto operístico, Santiago avanzó dos o tres pasos en dirección al animal. Éste al descubrir la presencia del niño, lo miró ladeando su pequeña cabeza y su gran pico con movimientos cortos, y también dio unos pasos sobre el barandal pedroso.
Santiago se quedó parado, como hipnotizado por la mirada del ave, y ésta hizo lo mismo como si fuera una estatua adornando el puentecillo .
Pasaron así una veintena de segundos y ninguno de los contrincantes hizo algo, o eso parecía, porque Santiago debajo de su capa había abierto un recipiente que traía. El muchacho avanzo otros dos pasos con gran suavidad y sin dejar de mirar al cuervo. Cuando éste se decidió a volar, Santiago rapisímamente lanzó el contenido del recipiente que ocultaba, diciendo :-¡Si el demonio eres, vete a tu lugar!¡Vete a los infiernos y no vuelvas más!
Un chubasco de agua bendita que santiago había tomado esa tarde de la pila de una iglesia, empapó al cuervo que gritando escandalosamente voló, huyendo a su conocido refugió, dejando tras de si una estela de bruma y chispas rojizas.
La pobre criatura también huyo empapada, pero en sudor por el trance que había sufrido. Apenas había entrado a su casa cuando se escuchó en todo el vecindario un grandísimo ruido. Todo el mundo despertó. Señoras en camisón se asomaron persignándose por las ventanas, otras sin él también se asomaron, pero se ocultaron de inmediato al notar su impúdica apariencia. Y algunos señores ni siquiera se levantaron de sus mullidas camas y mandaron a sus criados a enterarse a la calle de lo que sucedió.
La casa maldita, guarida del cuervo, se había desplomado por completo. Una nube de polvo flotaba espesa sobre la ruina espantosa. Y como si descansara de una condena, en la calle entera junto con su puente pareció exhalar un suspiro de alivio.
A la mañana siguiente, Juan y Miguel con sonrisas de complicidad dieron palmaditas en la espalda a su hermano menor, sentían orgullo y admiración por él; había logrado lo que ellos intentaron sin éxito.
Desde entonces ya no le hicieron burlas y le consultaban para hacer cosas, pues se habían convencido de que su fuerza y su valentía, con la inteligencia de Santiago, mejores resultados les darían.
Y también desde entonces aquel cuervo infernal ya no volvió a despertar con espanto a nadie de ese barrio.
Y de su presencia sólo qued´el recuerdo que hizo que la calle se llamara El puente del cuerv.
Cada uno por su lado ideó un plan. Juan, el mayor, fue el primero en poner en práctica su estrategia. Una noche, sin que sus padres se dieran cuenta, salió de casa y llegó al puente para aguardar embozado en su capa al ave. Ésta llegó muy puntual. Con las doce campanadas que dividen al día, se posó en la baranda del pequeño puente y como un eco repitió con sus graznidos los doce golpes del tiempo. Juan al oírlo se impresionó, pero decidido le lanzo con rapidez su capa para atraparlo. El animal sólo dio un grito en corto vuelo y se posó de nuevo en el mismo lugar y con risa burlona dijo:
-¡Jua,jua,jua...Juan, al demonio no podas atrapar...arrr...arrrr!
El muchacho, cundo escuchó esas palabras del pico del cuervo, sintió que la sangre se le escapaba del cuerpo y con un exagerado temor se fue corriendo, tan rápido que en menos de lo que canta un gallo, ya estaba jadeando detrás de la puerta de su habitación.
A la mañana siguiente Miguel y Santiago sabían, por la cara con la que amaneció Juan, que su intento no había tenido éxito y sonrieron socarronamente al verlo aun pálido por el susto de la noche anterior.
Esa misma noche, antes de las doce, Miguel se preparaba para intentar la hazaña. Se decía así mismo: ¡Yo solo lo atrapare!, seré el héroe del barrio al librarlos de ese animal que tanto los atemoriza. Yo soy mas valiente y listo que Juan. Todo eso pensaba mientras tejía una redecilla de hilo fuerte y ligera.
Pues sí Miguel sí era mas valiente que su hermano mayor, tanto que cuando el cuervo hablo no corrió, ni siquiera se asustó. Pensó que no era tan raro ni demoníaco que un cuervo hablara, esos pájaros aprenden frases y las repiten, como lo hacen los loros y las guaca mayas. Aunque sí lo sorprendió que supiera su nombre.
-¡Migh...!¡Migh...!¡Miguel, si quieres atrapar al diablo, ven por él! ¡Ven por el!- repitió estas palabras la misteriosa ave y se alejó del puente volando directo a su guarida.
En la oscuridad de la casa en ruinas se perdió el cuervo. Miguel, el valiente, sin arredrarse y con decisión fue hasta la tétrica morada, entró ahí saltando por una ventana y pisando entre escombros que le hacían perder el equilibrio, vio de pronto una visión fascinante.
En el patio central de la casa bajo un rayo de luna clarísimo estaba parado el cuervo proyectando una sombra siniestra sobre el piso. Avanzó el muchacho con paso felino, y sin quitarle los ojos de encima a su presa.
Cuando estuvo a una distancia que creyó adecuada lanzó su redecilla. Pero ésta en el impulso inicial se atoró en algo que Miguel no podía ver por la oscuridad. Jaló con fuerza para liberarla y entonces con gran estrépito se le vinieron encima un montón de palos viejos y fierros pesados, que esquivó debido a sus buenos reflejos, de lo contrario lo hubiera hecho papilla o cuando menos le hubieran roto algunos huesos. Por el estrepitoso ruido, el cuervo alzó el vuelo y Miguel, chasqueando, regresó con disgusto, raspones y la ropa llena de polvo.
Al día siguiente le toco a Juan mirar con una sonrisa burlona a su hermano el valiente y hasta le pregunto con sorna:"Te peleaste anoche con el gato, hermanito?"
Santiago el mas pequeño de los hermanos , no comento nada; sabía que ahora sería su turno de intentar la hazaña.Sus hermanos mayores nunca lo creían capaz de hacer algo bien, siempre decían:"Tú no hagas esto o lo otro, porque estás muy chico".
Es noche el chiquillo salió de casa , con miedo, pues sólo un tonto no podría tenerlo. Caminar por la calle oscura a media noche a enfrentar a un animalejo que Decían era el diablo, no era para menos.
Muy envuelto en su capan oscura llegó al puente y aguardó agazapado. En unos instantes, que Santiago se le hicieron horas, llegó con terso vuelo el cuervo. Las doce campanadas sonaron acompañados de los ríspidos gritos del avechucho maldito. A cada graznido Santiago se estremecía y los dientes chocaban entre sí; él pensaba que de frío, pero era por miedo. Por su mente cruzó la idea tentadora de irse corriendo a casa, de meterse en su cama, y taparse bien los oídos para no escuchar aquel crascitar espeluznante.
Cuando el cuervo terminó su desagradable concierto operístico, Santiago avanzó dos o tres pasos en dirección al animal. Éste al descubrir la presencia del niño, lo miró ladeando su pequeña cabeza y su gran pico con movimientos cortos, y también dio unos pasos sobre el barandal pedroso.
Santiago se quedó parado, como hipnotizado por la mirada del ave, y ésta hizo lo mismo como si fuera una estatua adornando el puentecillo .
Pasaron así una veintena de segundos y ninguno de los contrincantes hizo algo, o eso parecía, porque Santiago debajo de su capa había abierto un recipiente que traía. El muchacho avanzo otros dos pasos con gran suavidad y sin dejar de mirar al cuervo. Cuando éste se decidió a volar, Santiago rapisímamente lanzó el contenido del recipiente que ocultaba, diciendo :-¡Si el demonio eres, vete a tu lugar!¡Vete a los infiernos y no vuelvas más!
Un chubasco de agua bendita que santiago había tomado esa tarde de la pila de una iglesia, empapó al cuervo que gritando escandalosamente voló, huyendo a su conocido refugió, dejando tras de si una estela de bruma y chispas rojizas.
La pobre criatura también huyo empapada, pero en sudor por el trance que había sufrido. Apenas había entrado a su casa cuando se escuchó en todo el vecindario un grandísimo ruido. Todo el mundo despertó. Señoras en camisón se asomaron persignándose por las ventanas, otras sin él también se asomaron, pero se ocultaron de inmediato al notar su impúdica apariencia. Y algunos señores ni siquiera se levantaron de sus mullidas camas y mandaron a sus criados a enterarse a la calle de lo que sucedió.
La casa maldita, guarida del cuervo, se había desplomado por completo. Una nube de polvo flotaba espesa sobre la ruina espantosa. Y como si descansara de una condena, en la calle entera junto con su puente pareció exhalar un suspiro de alivio.
A la mañana siguiente, Juan y Miguel con sonrisas de complicidad dieron palmaditas en la espalda a su hermano menor, sentían orgullo y admiración por él; había logrado lo que ellos intentaron sin éxito.
Desde entonces ya no le hicieron burlas y le consultaban para hacer cosas, pues se habían convencido de que su fuerza y su valentía, con la inteligencia de Santiago, mejores resultados les darían.
Y también desde entonces aquel cuervo infernal ya no volvió a despertar con espanto a nadie de ese barrio.
Y de su presencia sólo qued´el recuerdo que hizo que la calle se llamara El puente del cuerv.
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